Se precisa la unidad del orbe para frenar el aluvión de violencias e ilegalidades que se sufren por todos los rincones planetarios. Buena parte del mundo se desangra, otra muere sin conocer nada más que el llanto, son víctimas de gobiernos que no saben utilizar otro lenguaje, nada más que la guerra sucia como método electoralista o la trampa de la mentira como método destructor. Y ciertamente, la paz no podrá consolidarse sin un esfuerzo colectivo de unión. Por otra parte, cada día aumenta el número de refugiados que necesitan reconstruir sus vidas tras los conflictos. Todos somos necesarios para trabajar en la esfera humanitaria, en la política, en la seguridad y el desarrollo. Ya lo dice un proverbio africano "La unión en el rebaño obliga al león a acostarse con hambre". Ahora bien, sólo en un planeta de ciudadanos honestos es posible esa unión verdadera y no interesada.
Precisamente, Europa, se viene debilitando por esa falta de unidad. El ciudadano europeo del nuevo siglo, endiosado por sus notables realizaciones, por sus conquistas científicas, por su vocerío de ideales de igualdad y de solidaridad, que después no son tantas ni tan verdaderas, falla en lo más fundamental, en hacer justicia al nombre europeísta de la unión. Europa sigue permaneciendo dividida. Y esta herida abierta en el costado del continente no ha hecho más que alimentar angustia y dolor. En otras regiones de África se advierte cada vez más riesgos para quienes intentan huir hacia otros países en busca de subsistencia. No se entiende y causa espanto que se suspendan servicios aéreos de asistencia humanitaria por falta de fondos, cuando el ser humano es lo más importante del mundo. Qué menos que hubiese unidad en todos los continentes para combatir en verdad la desnutrición y mejorar la seguridad alimentaria entre los grupos más vulnerables del planeta.
En esa unidad del mundo, la mujer debe ser considerada en igualdad con el hombre. Ellas tienen que ser también dueñas del cambio cultural. No se pueden imponer desde fuera otras costumbres. Curiosamente, todos los analistas internacionales coinciden en la importancia de invertir en el mundo femenino y en destacar su papel para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio. "Hasta que las mujeres y las niñas no sean liberadas de la pobreza y la injusticia, todas nuestras metas -paz, seguridad, desarrollo sostenible- estarán en peligro", acaba de decirlo el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon. El derecho de las niñas a la educación es fundamental y hay que propiciar que así sea. Que la Asamblea General de la ONU apueste por la creación de una nueva entidad para la igualdad de género y empoderamiento de la mujer, bajo el nombre "ONU Mujeres", es otro paso adelante que a buen seguro va a contribuir a ampliar las oportunidades y poner fin a la discriminación de la mujer en todo el planeta.
La unidad del mundo va a depender muy mucho del protagonismo de la mujer en la sociedad. Es de justicia que hombres y mujeres trabajen unidos en plenitud de condiciones y de capacitación para la construcción de un mundo más solidario. También los analistas coinciden en que esa potenciación del papel de la mujer, conocido como empoderamiento, pasa por respetar sus derechos humanos, la salud sexual y reproductiva, sin obviar la formación.
Estamos ya deseosos de que "ONU Mujeres" empiece a caminar. Lo va a hacer en enero de 2011 y apoyará, no sustituirá, los esfuerzos de las otras agencias del sistema de Naciones Unidas a favor de la mujer. Estoy convencido que sólo desde la educación puede forjarse la unidad y que, también, sólo desde la unidad (varón-mujer) se puede dar valor a esta vida que todos nos merecemos como personas.
Nos llena de alegría, que mi país ( España) se haya convertido en la primera nación europea en unirse a la campaña Corazón Azul de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (UNODC), que combate la trata de personas. Precisamente, según un informe de esa Oficina presentado en Madrid, el tráfico humano es uno de los negocios más lucrativos de Europa, siendo la mayoría de las víctimas mujeres jóvenes que con engaños son sometidas a violación, violencia y amenazas, son drogadas, despojadas de sus pasaportes y chantajeadas. ¡Qué pena de mundo!