Las labores de limpieza del Retablo mayor de la Parroquia de San Jacinto de Sevilla capital concluirán a finales de agosto. Estos trabajos, que acomete la empresa Ágora Conservación del Patrimonio, se realizan de manera "integral" sobre este destacado conjunto patrimonial "de cara" a su "posible restauración en un futuro".
En relación a esto último, el párroco de San Jacinto, Javier Rodríguez, aclara, en declaraciones a Europa Press, que la intevención se centra en una limpieza "exhaustiva y no una restauración", teniendo muy presente en ese caso que hubiera sido necesario el correspondiente permiso de la Comisión Provincial de Patrimonio y "ver luego si te lo conceden".
La actuación en el citado retablo, datado entre los siglos XVII y XVIII y perteneciente en su momento a Los Mínimos, consta de una imagen de San Francisco de Paula, un crucificado --en el centro del mismo-- "con mucha devoción" y dos diáconos de dicha Orden.
El párroco de San Jacinto añade que, aprovechando estos trabajos, se va a "reintegrar" una talla que representa a la Virgen de la Candelaria, "que está más deteriorada de los que parecía", y cuya advocación, como curiosidad, da también nombre a la parroquia de la calle Pagés del Corro.
En cuanto al presupuesto total de ambas actuaciones --limpieza y restauración de la imagen--, éste asciende a unos 17.200 euros, "de los que quedarían casi 3.500 euros". "Sí es importante recalcar que no se ha realizado una colecta especial para ello y que el dinero ha salido de la generosidad de la gente, de donaciones de particulares y hermandades como La Estrella, que aportó 3.000 euros de su Cruz de Mayo, y del Rocío, que nos estregó unos 1.500 euros tras su misa de romeros".
Además, tal como destaca el sacerdote, la parroquia acoge una serie de certámenes, como el Encuentro Coral de Sevilla que empezó este viernes y se prolonga la tarde del sábado, con fines solidarios, de modo que parte de la recaudación se destinará a estos trabajos del Retablo mayor. "Tacita a tacita: todo suma. Las columnas salomónicas estaban muy osucras y todo el mundo me decía que era una pena ver cómo se encontraba este conjunto, así que no me quedó otra que liarme la manta a la cabeza", afirma Javier Rodríguez.
