Málaga está de moda en Madrid y en Barcelona. Los migrantes malagueñosa esas capitales culturales, ya sean nacidos o de adopción, están consolidando la imagen de una ciudad moderna, vanguardista. Presumen de iniciativas cargadas de talento allá donde se acaba por santificar la gloria de una marca de calidad. Una de esas mentes preclaras es la de Jorge Ponce Dawson, además de un excelente profesional de la arquitectura verdaderamente innovadora, su actividad intelectual va más allá. Hace unos años fundó su clubdelecturas.com, la primera comunidad global de lectura y debate en español. Allí, cada fin de semana, se debate en torno a obras que son las que marcan el cambio de nuestra sociedad.
Este fin de semana Jorge nos ha obligado a leer el último ensayo de James Lovelock. Casi medio siglo después de su propuesta de Gaia, aquella nueva fórmula de observar nuestro planeta, aparece Novaceno. El polifacético científico adoptó el nombre de la diosa griega de la Tierra para evidenciar que la vida es tan necesaria para nuestro planeta, como nuestro planeta para la vida. En esta nueva entrega,con el subtítulo La próxima era de la hiperinteligencia, Lovelock insiste en ello mostrando como nuestro planeta azul desde el exterior se observa más caliente de como es en realidad, gracias a la original, única y exclusiva maquinaria de los procesos vitales. A través de cuestiones como el análisis del Antropoceno, era de la aceleración, o de la necesidad de la biodiversidad, nos conduce hasta el Cosmos cognoscente y el dominio de la inteligencia artificial.
En uno de los capítulos recomienda que empecemos a aprender a pensar, antes de que la avalancha de esa inteligencia artificial sepulte a nuestra especie. Viendo como las grandes empresas tecnológicas que trabajan en ese entorno se sirven de dicho modelo para escudriñar hasta en lo más íntimo de nuestro ser, a la vez que despiden a miles de sus trabajadores remplazados por las sofisticadas máquinas, más que la era de la inteligencia artificial parece que consolidamos la Era de la Ineptitud artificial. Gaia, como bien me enseñó Ponce Dawson, no nos creó para esto, para que los especuladores tecnológicos dejen en manos de una máquina las decisiones del gobierno del planeta. Parece ciencia ficción, pero jamás una ficción fue tan real.