El ser humano es sucio por naturaleza. Queda demostrado al asomar la vista a cualquier zona verde que no tenga un cuidado asiduo del Ayuntamiento. El río Guadalmedina es uno de los muchos focos de basura en la provincia de Málaga. En este enclave, los voluntarios del colectivo Andalimpia se han citado un sábado a las diez de la mañana para limpiar lo que otros tiran sin remordimientos.
“Nos mueve el amor por la naturaleza”, cuenta a este periódico Ángeles García, coordinadora y una de las casi 90 voluntarias que acuden al rescate de los entornos. Organizan quedadas por las redes sociales con días o semanas de antelación, se van apuntando y proponen lugares como el mismo cauce del río que atraviesa la zona centro de la capital; Río Seco, parajes en Antequera, playas como Punta Chullera, La Malagueta, San Andrés; el Arraijanal, Nerja, Vélez-Málaga, Marbella... una gira por la provincia.
“Nos hemos recorrido Málaga entera, prácticamente. Es importante limpiar los ríos y arroyos porque eso es lo que aporta la suciedad en el mar”, añade Antonio Díaz, que cuenta cómo han logrado colaborar con la empresa pública Limasam, quienes van a recoger toda la basura que ellos recopilan eb grandes bolsas para así quitarla de en medio. Hay un minucioso trabajo en equipo que dura dos o tres horas en cada misión.
En la elaboración de este reportaje, son una veintena de personas la que se han reunido para la recogida de residuos. Van con bolsas de basura, guantes, botas y hasta utensilios y herramientas para coger las latas, botellas, ropa y objetos. Van equipados e implicados al máximo.
Como Néstor Fernández, uno de los que acude a las limpiezas desde que en 2018 se creara esta iniciativa joven, que ahora “reúne a personas de edades más avanzadas, de 40 o 50 para arriba”. Para él es una costumbre cada fin de semana. No le pesa porque le hace sentir bien y "el campo está para que lo podamos disfrutar limpio".
La importancia de limpiar los ríos. En Andalimpia se esmeran en quitar la basura de las cercanías de los ríos para evitar que los plásticos lleguen al mar. “Ponemos nuestro granito de arena en esta crisis climática que tenemos”.
Néstor asegura que lo que hacen “lo disfrutan”, pero lamenta que en muchos lugares tardan demasiado poco en volver a ensuciarse. Por ello, esta organización tiene varios objetivos y el primero es concienciar. Tanto a ciudadanos como a las administraciones. “Convencer a la gente es nuestro anhelo [...] Y luego que el Ayuntamiento cumpla su propia ordenanza de limpieza”, reivindica Díaz.
Se han reunido con la concejala Teresa Porras, la última vez en octubre de 2022, cuando le presentaron un escrito con unos puntos a cumplir que les prometieron. “Porras nos prometió varios de esos puntos, como la limpieza de los terrenos del antiguo Butano, y aquello está igual”, se queja Ángeles.
Falta de control en los mercadillos. “Hemos visto como se tiran bandejas de polietileno de los pescados que venden en los mercados de abastos y la ropa y las sobras de los mercadillos ambulantes. No se recicla ni hay vigilancia”.
Más vigilancia y sanciones
“A veces nos desesperamos porque todo sigue igual. El artículo 45 de la Constitución (que dice: Los poderes públicos velarán por la utilización racional de todos los recursos naturales, con el fin de proteger y mejorar la calidad de la vida y defender y restaurar el medio ambiente) se lo pasan por el forro, hablando ligero”, cuenta la coordinadora de Andalimpia, que insta al Ayuntamiento a poner multas.
“Si sancionaran, lo mismo la gente se cortaría un poco. Pero queremos hacer también un llamamiento a la administración, que tiene la obligación de conservar nuestra naturaleza”. Concienciar es el objetivo, no solo sentirse bien con ellos mismos. “Se ha normalizado tirar basura al campo. Para nosotros esto no es normal”, y para nadie debe serlo.