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CinemaScope

'Viaje al paraíso': Adivina quién viene a Bali

No solo carece de originalidad desde el plano argumental, sino que se queda a medio camino a la hora de suplir sus carencias con una mayor inventiva cómica

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Uno de los pocos momentos que han impedido que Ocean´s Twelve haya caído en el olvido es la secuencia en la que el personaje que encarna Julia Roberts se hace pasar por la auténtica Julia Roberts y se encuentra con el auténtico Bruce Willis. No solo funciona como una ocurrencia genial, sino que Julia Roberts haciendo de Julia Roberts nos convence de que es incapaz de imitarla más allá del parecido físico, como un rasgo de su talento interpretativo, imprescindible para situarse por encima de las posibilidades de cualquier guion.

Es lo que ocurre con Viaje al paraíso, que se ha preocupado más por reencontrarla en pantalla con George Clooney que por levantar una historia y una trama que es deudora en concepto de los grandes clásicos de la comedia americana, pero incapaz de reconducir su falta de originalidad argumental con diálogos y situaciones de mayor inventiva cómica. Falla, pues, el guion, pero también su empecinado -supongo que patrocinado- afán por convertir media película en una constante postal turística de Bali, como si la propia historia fuese la excusa para mostrarnos las maravillas de sus playas, su folclore y sus raíces, al alcance, por otro lado, de buenos bolsillos.         

La película, dirigida por el británico Ol Parker -revalorizado por su secuela de Mamma mía-, cuenta el desesperado empeño de una pareja divorciada por impedir que su hija recién licenciada contraiga matrimonio con un chico balinés, dedicado al cultivo de algas, al que ha conocido durante sus vacaciones de verano, ya que, por experiencia personal, el amor no puede servir de excusa para frenar las expectativas en torno a su carrera como abogada. 

La supuesta comicidad del filme radica tanto en las diferencias personales entre los progenitores de la joven prometida, como en la estrategia en común para desencantarla, aunque las soluciones planteadas no solo resultan previsibles, sino que apenas dan para media sonrisa, con lo que el principal atractivo de la película termina reducido a sus paisajes -te entran unas ganas locas de pedirte un pasaje, siempre que no mires tu cuenta corriente- y al hecho de disfrutar con Roberts y Clooney en pantalla 20 años después de Ocean´s eleven, incluso con una joven secundaria, Billie Lourd: tiene algo en la mirada que mantiene vivo el recuerdo de su madre, Carrie Fisher.

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