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La última palmera, el adiós definitivo a una imagen de la plaza del Rey que ya no existe

La última de las seis palmeras de la plaza del Rey se posó en el camión sobre las dos de la tarde de este sábado camino de ser trasplantada en la ET Janer

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La última de las seis palmeras que han estado en la plaza del Rey durante decenios ya no está y el emplazamiento ha quedado huérfano de ellas y de la imagen que han transmitido de forma contante a pesar de las diferentes remodelaciones de los jardines en torno a la estatua del general Varela, también fuera de foco para convertir la principal plaza de ciudad en lugar diáfano en el que quepa todo tipo de actividades.

La última en subir al camión que ya estaba esperando con la penúltima, la que se encontraba junto al 44, la que olía a churros más que ninguna.

Desde la mañana de este sábado han ido desapareciendo en operaciones realizadas con sumo cuidado los seis estandartes de la plaza del Rey que tendrán una segunda vida en la entrada de otro de los centros que se anuncia como de revitalización de la ciudad, el complejo que se construye en los terrenos de la antigua Escuela de Tiro Naval Janer, en la Ardila, a la entrada desde Cádiz.

La plaza ya está preparada para adoptar su nueva fisonomía, toda vez que han sido retirados parte de los ficos que eran pero en este caso serán siendo una de sus señas de identidad, aunque con más aire entre ellos. En principio las obras deben de estar terminadas para finales de mes o primeros de julio si no se quiere interferir con la campaña de verano de los hosteleros, una de las condiciones pactadas por el gremio con el Ayuntamiento.

La alcaldesa de San Fernando, Patricia Cavada, manifestada hace unas semanas que la empresa aseguraba que los trabajos estarían listos dentro de la fecha, aunque ya habían tenido que acelerar el paso. De hecho, la operación de este sábado 11 de junio -apúntese la fecha como parte de la pequeña historia de la plaza- ha sufrido retrasos por las dificultades al mover palmeras de tanto porte que además tienen que ser transplantadas.

Y es que las obras se sabe cuándo empiezan -a veces ni eso- pero no cuándo terminan. Aunque visto lo visto y lo que ya no se ve, lo peor ya ha pasado.

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