La misión de un jurado o un tribunal es la de evaluar objetivamente a los distintos aspirantes en función de sus méritos. Tiene que decidir entre unos y otros comparando lo que candidato (o candidata) aporta eligiendo al mejor o a los mejores. Debe ser imparcial, debe dejar fuera de la elección los juicios previos y las presiones externas. Se dice que el mejor árbitro de cualquier competición es aquél del que no se habla, aquél que pasa inadvertido y que es protagonista por sus justas decisiones. Viene todo esto a colación con lo ocurrido con la decisión del jurado del concurso, respecto a la modalidad de comparsas, en esta atípica y descafeinada edición veraniega de las fiestas típicas carnavalescas.
Se escuchaba en todos los mentideros carnavalescos mucho antes, incluso, de oír a todas las agrupaciones, que el jurado quería hacer historiaSe escuchaba en todos los mentideros carnavalescos mucho antes, incluso, de oír a todas las agrupaciones, que el jurado quería hacer historia, dejar su impronta pasando, en el año en el que el nivel de comparsas es altísimo, a una agrupación de mujeres, aunque su nivel es más bajo que el de varias de las que se han quedado fuera. Es la misma comparsa a la que el Ayuntamiento le ha dedicado una exposición fotográfica, marcando el camino de por donde debía ir la decisión de los juzgadores.
Como soy hombre, y se me tildará de machista o misógino por opinar, recojo aquí, haciéndola mía, la opinión de una tuitera y opinadora sobre el COAC (@kissyzoee): “El feminismo no es una excusa para que a las mujeres nos cuelen en ciertas cosas por ser mujeres, sino una petición de ser tratadas como iguales. El jurado no las ha tratado como iguales porque había mejores que we can do, quien no lo quiera ver está cegado.” Fin de la cita.