Donde hay patrón no manda marinero” dijo Isabel Díaz Ayuso -por única vez compungida- a su jefe de filas político anunciando que acepta obediente la anulación de las cenas de Navidad que ha ordenado su partido o para evitarle adhesiones de afiliados en público, ante la prensa acreditada, o para prevenir adecuadamente la pandemia en el reino madrileño de la libertad. Es conveniente que se aclare el asunto porque en las cenas del partido manda Pablo Casado, como presidente del partido, pero en la política sanitaria manda Ayuso, como autoridad relevante de la comunidad de Madrid.
Pero Casado tiene otras preocupaciones. Entre Ayuso y su anterior portavoz parlamentaria, Cayetana Álvarez de Toledo, (que saltó a la fama por su “Jamás te lo perdonaré, Manuela Carmena. Jamás”, por la cabalgata de Reyes Magos)con su libro Políticamente Indeseable, donde pone de chupa de dómine a todos los dirigentes populares actuales, lo traen sin cabeza de liderazgo. A la vista está que entre ambas y Vox el líder de la oposición, en una más que evidente deriva populista, ya no se corta -y en una sesión radiada y televisada para toda España - se dirigió al presidente del gobierno -en realidad a todos los españoles- diciendo “¿Qué coño tiene que pasar en España para que asuma alguna responsabilidad?" lo que significa que la educación quedó atrás. Ya no es un problema de cortesía parlamentaria sino el uso del lenguaje de la barra de un bar en el pleno del Congreso de los Diputados.
El líder de la oposición ha elevado al coño al nivel del lenguaje parlamentario. Es un avance en la igualdad de los órganos. Es verdad que Pedro Sánchez dijo en 2015 en los campos anegados de Aragón que "El presidente tiene que pisar el barro. ¿Qué coño tiene que pasar en este país para que Rajoy pise la Ribera del Ebro?”. Sin duda no es lo mismo el campo que el hemiciclo. La diferencia es notable.
A Boris Johnson le fallaron 98 diputados conservadores en la votación sobre las restricciones de la pandemia y lo salvaron los laboristas. Ya Boris sabe que su asiento de primer ministro es igual que el de los pilotos de los aviones de combate, eyectable, de los que catapultan al que está sentado sobre el para salvarlo para mejor vida. Casado, ¡cuidado!