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Miércoles 24/04/2024  

Tambucho y Emparrillao

¡Qué pinta tiene la niña!

Hoy rindo homenaje a aquellos ‘carpinteros de ribera’, maestros de insólitas medidas y curvaturas imposibles

Publicado: 09/12/2021 ·
17:10
· Actualizado: 09/12/2021 · 17:10
  • La Niña.
Autor

Manuel Varo Pérez “Ica”

Autor que cantara a su pueblo por carnavales y escribiera parte de su historia en Barbate Información, Trafalgar Información y Viva Barbate

Tambucho y Emparrillao

Narrador empedernido de un paraíso llamado Barbate, donde la naturaleza se distingue por su belleza

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El pinar de La Breña, entre otras cosas, surtía la madera para la construcción de los barcos de pesca de la zona, ya que la resina de sus pinos piñoneros era fundamental para que no se deteriorasen; además que las curvaturas de sus vetas continuadas resultaban especiales para las cuadernas, pies de roda, cinta, albitana, codaste y forro exterior de los casco.

La reputación y fama de los astilleros de Barbate (antiguo ‘Chinar’ y talleres los ‘Cabezas’), fue motivo para que en 1988, con el bien avenido Patrimonio Provincial del V Centenario, se botara en los astilleros barbateños una réplica exacta de ‘la Niña’

Tras minuciosa inspección por los ingenieros de monte, se cortaban los pinos seleccionados para la construcción y reparación de los buques, tablones para mesas, sillas y otros enseres; de la ramas se sacaban rodrigones para las viñas, leña para el cocimiento de las fábricas de conserva y hornos de pan, resto para carbón y picón, y el aserrín que se expandía para limpieza de los suelos de tiendas, bares y otros comercios.

La reputación y fama de los astilleros de Barbate (antiguo ‘Chinar’ y talleres los ‘Cabezas’), fue motivo para que en 1988, con el bien avenido Patrimonio Provincial del V Centenario, se botara en los astilleros barbateños una réplica exacta de ‘la Niña’, cuyas características guardaban hasta el más mínimo detalle de las carabelas andaluzas del siglo XV. Tras los proyectos de investigación realizados por Don Luis Miguel Coín, profesos de la Escuela Superior de la Marina Civil, y Don Sebastián Quirós, maestro carpintero de ribera, que aportó los datos que faltaban para la construcción de la nave, cuyas medidas fueron 19 metros de eslora, 5 metros de mangas, con calado de 1,50 metros, armada como las primitivas con tres palos, y capacidad para 30 toneles sevillanos. Todos los materiales poco comunes fueron localizados por Don Francisco Malia Bernal, responsable adjunto y portador de tan maravillosa documentación.

Hoy, 23 años después de tan relevante acontecimiento, rindo homenaje a aquellos ‘carpinteros de ribera’, maestros de insólitas medidas y curvaturas imposibles, que moldeaban la madera con estructuras sencillas y vigorosas, para que los barcos fueran capaces de capear los más fuertes temporales, o bailar sobre la bonanza de las olas con gráciles movimientos. Ningunos de aquellos barcos eran iguales, porque como dice el refrán “cada maestrillo tenía su librillo”.

Muchos días, cuando regresaba de la Chanca de llevar el ‘café’ a mi hermana Pepa, quedaba extasiado en los varaderos, viendo como aquellas quillas, que representaban las costillas y base fundamental de las estructuras que crecían a través de las cuadernas, ensanchándose como inmensos toneles en la parte central, para levantarse en caprichosos abanicos ensamblados con los tablones que los revestían. Perdía las horas observando la paciencia de los calafateadores taponando cualquier grieta o ranura con sus trenzas de estopas amarillenta.

Tan simbólica profesión que creara aquella flota de bajura que llegara a ser la segunda de España después de Vigo, e impulsara a crear la estructura de un pueblo que soltara amarras el 18 de Marzo de 1938 para buscar “nuevos horizontes”, como tantas cosas, hoy solo queda desdentados y corroídos pecios enterrado en las orillas de un río igualmente olvidado.

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