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Punta Umbría

Enzensberger o el don de escribir cuentos para niños y sesudos ensayos

Escribir con 80 años recién cumplidos un libro que engancha a los niños y con el cual se ríen a carcajadas incluso después de leerlo varias veces es un don. El prestigioso ensayista alemán Hans Magnus Enzensberger lo tiene y lo despliega en su último cuento, Beto y el cesto de los deseos.

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  • El prestigioso ensayista alemán Hans Magnus Enzensberger. -
Escribir con 80 años recién cumplidos un libro que engancha a los niños y con el cual se ríen a carcajadas incluso después de leerlo varias veces es un don. El prestigioso ensayista alemán Hans Magnus Enzensberger lo tiene y lo despliega en su último cuento, Beto y el cesto de los deseos.

A finales de los años 90 se propuso un imposible, que los niños no sólo perdiesen el miedo a las matemáticas sino que además se apasionasen con ellas con El diablo de los números, y ahora el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2002 les hace reflexionar sobre el poder de los deseos.

Que el mundo puede cambiar a mejor es cuestión de deseo y de voluntad, dice el protagonista de Beto y el cesto de los deseos (Bibs, en su versión original), publicado en español por Siruela.

GRAN FIGURA DEL PENSAMIENTO

Querer que las cosas mejoren es positivo, pero querer cambiar por cambiar y más aún si el motor del cambio es el enfado con alguien o con todo el mundo, como le sucede a Beto, es un mal camino, les viene a decir a los pequeños Enzensberger, una de las figuras más importantes del pensamiento alemán de la postguerra.

“Imaginarse un mundo radicalmente nuevo no es empresa fácil”, reconoce un agotado Beto tras darse cuenta de lo mucho de bueno que hay en las cosas que le rodean.

Una reflexión de Enzensberger (Kaufbeuren, 1929), condecorado el pasado junio con la Orden de las Artes y las Letras de España, que pese a las apariencias, está exenta de conformismo.

En un guiño cómplice, este escritor polifacético y versátil (es poeta, narrador, ensayista, periodista, autor teatral) trata de transmitir a los niños, a través de la entrañable peripecia de ese pequeño Dios a su pesar que se llama Beto, que cualquier cosa, por muy inverosímil o difícil que parezca, es posible.

Este cuento, redactado en formato clásico, a la antigua usanza, destila un humor muy fino, que encaja con precisión suiza con las ilustraciones de Rotraut Susanne Berner (Stuttgart, 1948), cuyas inconfundibles imágenes acompañaban ya El diablo de los números (1997) y ¿Dónde has estado, Robert? (1998), de Hans Magnus Enzensberger.

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